En una clara noche de verano, estaban sentados un abuelo y su nieto viendo como la luna reinaba en el cielo.
Cuando ya llevaban un buen rato en silencio, el abuelo le dijo a su nieto: “siento como si tuviera en el corazón dos lobos que se están peleando. Uno de ellos es violento, está siempre enojado y queriéndose vengar. El otro está repleto de perdón, compasión y amor”.
El niño le preguntó: “¿Cuál de los dos será el que gane la pelea y se quede en tu corazón?”.
A lo que el abuelo le respondió: “El que yo alimente”.
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