En estos momentos de mi vida, siento que la máxima necesidad que tengo es de dulzura y delicadeza.
Puede ser que sean estas dos expresiones las que se tienen que desarrollar en mi interior, pero siento que mi alma se tiene que llenar y saciar de este bien escaso en mi.
Como explicar estas dos sustancias, la dulzura es como un viento suave y de temperatura exacta que acaricia la piel, y la delicadeza la frecuencia de este viento.
Se podría sentir como ese vibrar con unas notas suaves, como empezar a acariciar el tiempo poco a poco, como ver pausadamente pasar la vida y extraer de ella su substancia.
Sí, en estos momentos necesito dulzura y delicadeza, y la única que tengo es la dulzura de la mermelada y la delicadeza del tiempo que pasa.
Que curioso, busco delicadeza en la wikipedia y me dirige a fragilidad, y para mi no es lo mismo.
La fragilidad, la siento como debilidad, algo capaz de romperse, pero la delicadeza es el trato y la sensibilidad para percibir este mundo, y una cosa no tiene porque llegar a la otra, al contrario, puede romperse más rápidamente algo que se trate bruscamente, que algo que se trate delicadamente.
La delicadeza la igualo a una pluma, a su suavidad, su elegancia, algo que alegra el alma y le da serenidad y tranquilidad.
He de reconocer que a lo largo de mi vida la agresividad y violencia han sido mis compañeras, no a nivel físico, porque valgo poquito, pero si a nivel emocional, el intentar siempre ser lo que en verdad no era, en conseguir lo que no podía conseguir y un sin fin de absurdos, que no me han llevado a ningún sitio, ¡bueno si!, a saber que eso no lo quiero.
Ahora reflexiono en cómo conseguir estas sustancias, y la primera que se me ocurre es abrir la puerta de la delicadeza, dejarme llevar por ella y aplicarla a mi alrededor, primero como buenamente entienda y con el tiempo se irá puliendo dicha sustancia.
Fragilidad
Fragilidad
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