La blasfemia (del griego Βλασφημια: blaptein, «injuriar», y pheme, «reputación») etimológicamente significa palabra ofensiva, injuriosa, contumeliosa, de escarnio, pero en su uso estricto y generalmente aceptado, se refiere a una ofensa verbal o con hechos hacia lo venerado por una religión, o más concretamente, «ofensa verbal contra la majestad divina».1 A lo largo de la historia han existido leyes contra la blasfemia al considerarla un delito público contra Dios,2 castigado frecuentemente con la pena de muerte —singularmente en las teocracias— .
La prohibición del Blasfemia paró en Francia cuando la revolución francesa desarrolló los conceptos de libertad de religión y la libertad de prensa. WIKIPEDIA
OFENSA VERBAL O CON HECHOS.
Palabra que actualmente está cambiando de significado, o más bien tiende a desaparecer porque los conceptos que ella alberga se están perdiendo.
En la prensa, en la televisión, en nuestro diario vivir; el ofender, el hablar negativamente de los demás, es el pan de cada día.
Es tanta la normalidad con la que se ha introducido en nuestras vidas, que nos es difícil tener pensamientos sin juzgar ni condenar.
Tenemos un prototipo de perfección y cuando no se ajusta a éste, lo destruimos o negamos de alguna manera, sin comprender ni un poco.
Los errores que los demás cometen alguna vez lo hemos cometido o los podemos cometer, nadie estamos exentos de culpa.
Tenemos un prototipo de perfección y cuando no se ajusta a éste, lo destruimos o negamos de alguna manera, sin comprender ni un poco.
Los errores que los demás cometen alguna vez lo hemos cometido o los podemos cometer, nadie estamos exentos de culpa.
Si hacemos esto con los demás, que no haremos con nosotros mismos, los hábitos son los hábitos y sino aprendemos a hacer las cosas bien, jamás nos podremos beneficiar de esto, sino que viviremos en nuestros juicios y condenas unido a nuestra mala voluntad.
Si pensamos que lo divino está fuera de nosotros, que solo es una imagen o algo descrito por el ser humano, le echamos la culpa a ello.
Pero si pensamos que lo divino también está en nosotros, todo lo que hacemos o decimos mal, nos repercute a nosotros mismos, y a la parte más hermosa que habita dentro de nos.
Pero si pensamos que lo divino también está en nosotros, todo lo que hacemos o decimos mal, nos repercute a nosotros mismos, y a la parte más hermosa que habita dentro de nos.
Aprender a hacer las cosas bien, a pensar, sentir, y actuar correctamente, a quien más interesa es a nosotros mismos para no perdernos en el mundo de la tristeza, elucubraciones, problemas, quebraderos de cabeza, noches sin dormir, disgustos, etc, etc. etc.
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