Ser mujer es la profesión más dura de la vida.
Dentro de mi alma reina y anhela la delicadeza, sencillez, dulzura.
Y en este mundo, se pide mucho a una mujer, que sea madre, que sea compañera, que sea amante, que sea y sea... además perfecta en su profesión, perfecta en su hogar, como madre, como hija, (ella carga el sentimiento de culpa, si no consigue dichos fines), "bien se encarga el mundo en el que vivimos que sea así".
Es duro poner en armonía el mundo interno y el mundo físico, es duro que las mujeres sean mulas de carga.
Difícil es sentir delicadeza dentro, cuando fuera el mundo es competitivo y cruel.
Estoy abandonando esa perfección que se me ha pedido, mi fin es hacer las cosas lo mejor posible, poner amor en ellas, pero aceptar que no soy perfecta, aceptar que necesito tiempo para mi, que necesito sensibilidad, que este mundo es muy grande y siempre habrá un lugar para mi persona.
Creo que el mejor derecho de las mujeres es tratarlas con amor, es tratarnos con armonía, es respetarnos las unas a las otras, y empezando por nosotras se transmite a los que nos rodean.
Pensar que la perfección exterior nos hará más felices es una equivocación, lo único que nos hará más felices es encontrar a esa hermosa criatura tierna y delicada que vibra dentro de nosotras.
Somos objeto de deseo y objeto de desprecio. Es curioso que estás palabras vayan unidas, pero es así porque hemos matado el amor, hemos matado con la agresividad esa criatura tierna y delicada que vive dentro, y la cual sufre indeciblemente, por todo el daño que se le causa.
Tal vez la mujer se vuelve insoportable porque ha desempeñado funciones que no le correspondían, porque ha cargado con pesos superiores a sus fuerzas, convirtiéndose en un ser árido y seco, porque además no ha recibido el cariño y amor que necesitaba para que la dulzura que habita en ella por naturaleza floreciera.
¿Y cómo se debería tratar a una mujer?, pues es simplemente con una taza de porcelana bella delicada, que si se usa mal se rompe y se pierde.
Y tratando así a una mujer a una a si misma, se consigue que florezca una de las flores más hermosas que se pueden tener dentro del corazón. Porque todos llevamos nuestro primer amor sellado en nuestra alma, a nuestra madre, el eterno femenino que nos trajo a este mundo material.
Dicen que detrás de un gran hombre hay una gran mujer, pero ese gran hombre ha conseguido sacar la mejor nota de la mujer.
Si quieres armonía con el eterno femenino, busca esa flor maravillosa que nazca dentro de ti, esa mujer que ama sin condiciones, que disfruta dando lo mejor de si misma a los demás, que en su corazón reina la alegría de dar sin esperar nada a cambio.
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