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El dolor físico, psicológico
y emocional existe, por lo menos así lo vive mi persona.
En primer lugar tomo
conciencia de este dolor, de este sentimiento, de este pensamiento y lo acepto.
Estudio la manera de
convivir con él, si es un dolor físico, descanso lo que puedo o lo necesario,
para que se restablezca por lo menos un poco la salud y realizar las tareas
mínimas imprescindibles, equilibrando, según mi concepto “de qué es verdad
importante”.
Si es dolor emocional,
intento llenar mi tiempo con actividades que me hagan sentir bien, como
escuchar buena música, dar paseos, contemplar imágenes bellas, bellas lecturas,
etc. procuro no recrearme en el malestar porque me hunde más en mi miseria.
Si es dolor psicológico,
pensamientos repetitivos, utilizo la concentración, respiración, actividades que me agradan y me sacan de
este bucle repetitivo.
El dolor solo está en
mi, me es difícil evitarlo, más bien no puedo, pero si que puedo -pensar lo
mínimo en él, convivir con él, y realizar todo lo posible para aceptar la vida
como venga, con dolor o sin dolor-.
La clave está en
acoger con gusto los sabores y sin sabores y sacar provecho de cada momento, en
lugar de lamentarme continuamente por lo que no tengo, o por lo que me falta.
Quiero ser una
artesana de la vida, coger todo lo que me llegue a las manos y sacarle el
máximo provecho, para hacer feliz al corazón.
Ole tú, maestra...
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