Pobreza es un estado por el cual en algún momento de mi vida he pasado, pobreza de no tener para comer, pobreza de seres queridos, pobreza de ánimo, pobreza de muchas cosas…
La pobreza lejos de pensar que ha sido una cosa mala, ha sido muy provechosa, porque me ha hecho reflexionar sobre la vida, sobre el mundo que me rodea, y apreciar lo que en verdad es importante para mí.
O sea, que la he considerado como un camino más directo para llegar a donde quiero llegar.
Luego hay estados de despilfarro, por los cuales también he pasado, despilfarro de mi tiempo, despilfarro del dinero, despilfarro de mi salud, todo lo he dado sin ton ni son.
Y también me ha servido, para darme cuenta que en un instante lo he perdido todo, que me hubiera servido para vivir dignamente durante largo tiempo, y lo he tenido que vivir sin nada.
He aprendido a dosificar mis energías, mi dinero y mi vida para disfrutar del día a día.
Ahora hay un estado muy sutil y barriobajero, que me es difícil percibir y que se aprovecha de estos anteriores estados, y es el de miserable.
Miserable, sí, porque se dedica a justificar cuando no tengo dinero que no importa gastar en tonterías, y cuando lo he tenido a no gastar en cosas imprescindibles y pasar hasta necesidad.
Este estado es el que más daño me hace, porque los anteriores me han servido para aprender pero este sirve para engañarme día a día y hacerme la vida infeliz, justifica mis malas acciones y me niega las buenas que puedo hacer o necesitar.
Este estado es el que más dudas me produce, mas justificaciones me da, y con ello más gasto de tiempo, energía psíquica, energía física y de todo tipos de energías que me acompañan en la vida.
Este estado me llena de infelicidad sin darme ni siquiera cuenta y sin percibir que está ahí dirigiendo mi vida.
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