En un vídeo que hace poco he visto sobre como influyen nuestros pensamientos y emociones en nuestro cerebro, me sorprendió mucho como las personas que no piden perdón, es a causa de una repetición de un mal recuerdo, explicaba el científico que era como una herida que jamás cicatrizaba, algo así como, de tantas veces recordar el hecho acontecido, se le quitase la costra una y otra vez, y jamás cicatrizase la herida.
Se ve en la imagen la actividad neuronal de una persona con un cerebro normal, imagen 1, y de una persona llena de dolor y rencor dentro de sí, imagen 2.
Y es curioso que siempre un pensamiento repetitivo va de la mano de una justificación, esa herida no se cierra y el pensamiento sigue y sigue porque no hay una comprensión, ni aceptación de ese hecho.
Por mi parte y a través de mi observación, la justificación es directamente proporcional a la equivocación.
Cuanto más justifico alguna cosa, más equivocación lleva implícita ese acontecer, busco desesperadamente algo que alivie el error, "que no quiero reconocer", y aparece la justificación.
A veces el error es tan grande que la justificación de poco sirve, y es por ese motivo que se repite y se repite el pensamiento, se le quita una y otra vez la costra, y la herida nunca deja de sangrar en mi corazón.
Y no sangra porque alguien o algo me haya hecho daño, ya sangra porque no le dejo que cicatrice, y ya este mal no me lo ha infringido nadie, sino yo misma.
Un corazón lleno de heridas sin cicatrizar no puede ofrecer nada, porque esta sumergido en un gran dolor.
La obsesión no debe realimentarse, sin embargo es muy fácil caer en sus bucles. En mi caso, cuando noto que he caído en un bucle, busco distractores para salir de él. Intento centrar mi atención en otra cosa o asunto.
ResponderEliminarMucha suerte.
Para que cierre una herida hay que comprender ese dolor, perdonar y olvidar, si se arrincona la herida sigue estando, y el problema no se ha solucionado.
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